Pasado ha pasado, pero a menudo nos trae
fantasmas. Nosotros ni siquiera los podemos ver. Estos hilos del pasado están
entrelazados bien en la tela de nuestra vida cotidiana.
Y está bien, al fin el presente esta
creado por la experiencia pasada. Aceptarlo y crear lo nuevo, el futuro fresco,
de nueva página: suena lindo, ¿cierto? ¿Pero acaso es posible mientras seguimos
viviendo emociones del pasado, mientras vivimos cada nueva situación como
reflejo de algo pasado?, ni nos damos cuenta. Vivimos los mismos sentimientos,
emociones, sensaciones. Difieren condiciones – las emociones son las mismas. ¿Lo
has notado alguna vez? ¿Has notado qué sientes, cómo sientes y como estás en
comparación con lo que sentiste ayer? ¿o antes de ayer? ¿has planificado alguna
vez que quieres sentir mañana?
Michael
Brown explica bien en su libro sobre el proceso de la presencia, cómo nos
quedamos atrapados en las emociones de los primeros siete años de la vida y
porque dejamos de desarrollarnos emocionalmente cuando entramos en el mundo de
la mente, el mundo creado por imágenes e ideas, el mundo donde los sentimientos
están en el segundo lugar. Aquí estamos, en el mundo de niños muertos. ¿Has
sentido alguna vez como está llorando tu niño adentro, ha muerto o sigue vivo y
está muriendo, te pide ayuda? ¿Has preguntado qué quiere, qué piensa? ¿Has
sentido las ganas de abandonar este mundo de pretensiones para ir a donde
quiere tu niño, a donde llama tu alma? ¿Querías alguna vez decir todo lo que se
te ocurre, ser transparente, abierto, inocente como este niño que está adentro tuyo?
Les tengo
una buena noticia: los niños pueden resucitar. Están allí, esperándonos, para
que lleguemos, los miremos, escuchemos, aceptemos, abracemos y prometamos que
nunca más los vamos a abandonar. Y desde allí, vamos a curarnos, aceptando cada
emoción como regalo, entregándola, ¡sintiéndola con el gozo de la niñez que
siente libremente! De allí recién vamos a empezar a madurar y volvernos adultos
responsables y honestos, adultos con los niños vivos adentro nuestro que saben
cuidar a los niños que nos rodean.
Te dejo
con estas preguntas: ¿te has animado a permitir que tu niño llegue a la vida? ¿te
has animado a jugar con él?
voy a resucitar a mi niña interior! gracias por tu post, me encantó!
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